12 agosto 2014

¡A Limpiar!

Hablar de LIMPIEZA… bueno... es hablar en grande.
Hay muchas cosa que necesitan limpiarse.
Algunas continuamente y muy a menudo; y otras cada cierto tiempo.
Hasta nosotros mismos necesitamos limpiarnos; por fuera, nuestro cuerpo completo y por dentro a nivel espiritual.
A mí en lo personal, me encanta la limpieza, sobre todo ver los resultados; todo toma un aspecto diferente, luce como nuevo, brillante hermoso, da gusto verlo.
Por tanto como administradora de mi hogar, trato siempre de mantenerla bien limpia y ordenada, mi casa habla de mí.
Pero hoy quiero hablarles sobre una limpieza en particular que una vez hice en mi vida y en mi casa apenas me convertí a Cristo; y he tratado de nunca más entrar ese tipo de basura y suciedad a ella.
Todo comenzó cuando por primera vez leí en La Palabra de Dios 2 a los Corintios 6:14-18 y el 7:1 que dice:
6:14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?
6:15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el creyente con el incrédulo?
6:16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:
Habitaré y andaré entre ellos,
Y seré su Dios,
Y ellos serán mi pueblo.
6:17 Por lo cual,
Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,
Y no toquéis lo inmundo;
Y yo os recibiré,
6:18 Y seré para vosotros por Padre,
Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.
7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
Eso fue suficiente para comenzar un proyecto de “Limpieza del Hogar”.
Comencé junto Con mi Familia a sacar todo tipo de basura espiritual que ensuciara mi Hogar; puesto que ya nosotros habíamos limpiado primero nuestros corazones, recibiendo el perdón de nuestros pecados, al recibir a Cristo como Salvador personal.
Oramos al Señor y le pedimos que nos ayudara a sacar todo lo que no Glorificara Su Nombre, y pudiera ser tropiezo a otros que nos visitaran.
Comenzamos la obra y quedamos sorprendidos al ver tantas cositas que no parecían hacerle daño a nadie, pero que NO Glorificaban el nombre de Nuestro Gran Dios y Salvador. Y Que Eso abria o daba lugar a que inmundicia viniera a mi casa creyéndose un Poder Legal a través de Esas Cosas que estaba ahí y que era parte de una Vida Vieja que había quedado atrás , Mi maldad.
Les mencionaré algunas de las que todavía recuerdo:
1.    Sacamos y rompimos estatuillas de santos y vírgenes católicos, que si bien no estaban colgadas en la paredes pero si había en fotos o en cosas que habían sido obsequio de nuestra boda y por “respeto” las conservaba.
2.    Cuadros  y medallitas de imágenes de vírgenes, santos, del Sagrado corazón de Jesús, la Santa Cena, Jesús crucificado etc. Los sacamos de nuestro hogar.
3.    Busque  rosarios, misales, catecismos,  escapularios y si había los sacaría.
4.    Sacamos llaveros y accesorios de Nueva Era,  y rabos de conejo y pulseras de buena suerte,
5.    Nos deshicimos de toda música que tuviera letra fea y pecaminosa, que exaltara Narcotrafico, adulterio,  música rock, de nueva Era, que abiertamente negara al Dios verdadero y lo que es El.
6.    También contamina Todo libro de origen Satánico, juegos de OUJIA, azabaches, angelitos  en forma de niñitos, figuras de Buda y dioses de piedra taínos, los sacamos, horoscopos.
7.    Rompimos películas y videos de magia, brujas, vampiros, falsas doctrinas, pornografía, violencia extrema, torturas, escenas dañinas a nuestros ojos.
8.    Sacamos toda ropa indecorosa,  provocativa e  indecente; que pudiera poner  en juego y dañar nuestro testimonio de creyentes en Jesucristo. Ropa transparente, corta, escotada, apretada, con letreros, fotos y promociones que no edificaban.
9.    Botamos toda la bebida alcohólica y demás vicios como cigarrillos, pipas etc.
10. Revistas, calendarios, fotos  de desnudos y pornografía las quemamos.
 
No se pueden imaginar la alegría y satisfacción interna cuando terminamos y sentíamos que cada rincón de nuestro hogar estaba limpio y era agradable ante los ojos de Nuestro Gran Dios y Salvador.
Muchas de estas cosas no se notaban a simple vista, pero muy en lo profundo y oculto…Ahí estaban.
Fue una búsqueda insaciable por cada rincón de nuestro hogar, pero valió la pena.
Si no has tenido una buena limpieza últimamente, te animo a que comiences con tu corazón, deja que Cristo lo limpie primero perdonándote todos tus pecados que tanto lo afean y ensucian.
Luego seguirá la limpieza de tu cuerpo y de tu Hogar.
Nada se compara con una buena limpieza, da un nuevo aspecto y belleza especial, TODO se trasforma.
¡Limpiémonos de toda contaminación…!
Gracias  Yoli de Mallén, por compartir este testimonio.
Dios les bendiga