Hablar de LIMPIEZA… bueno... es hablar en grande.
Hay muchas cosa que necesitan limpiarse.
Algunas continuamente y muy a menudo; y otras cada cierto
tiempo.
Hasta nosotros mismos necesitamos limpiarnos; por fuera,
nuestro cuerpo completo y por dentro a nivel espiritual.
A mí en lo personal, me encanta la limpieza, sobre todo ver
los resultados; todo toma un aspecto diferente, luce como nuevo, brillante
hermoso, da gusto verlo.
Por tanto como administradora de mi hogar, trato siempre de
mantenerla bien limpia y ordenada, mi casa habla de mí.
Pero hoy quiero hablarles sobre una limpieza en particular
que una vez hice en mi vida y en mi casa apenas me convertí a Cristo; y he
tratado de nunca más entrar ese tipo de basura y suciedad a ella.
Todo comenzó cuando por primera vez leí en La Palabra de
Dios 2 a los Corintios 6:14-18 y el 7:1 que dice:
6:14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque
¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz
con las tinieblas?
6:15 ¿Y qué concordia Cristo con Belial? ¿O qué parte el
creyente con el incrédulo?
6:16 ¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?
Porque vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo:
Habitaré y andaré entre ellos,
Y seré su Dios,
Y ellos serán mi pueblo.
6:17 Por lo cual,
Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,
Y no toquéis lo inmundo;
Y yo os recibiré,
6:18 Y seré para vosotros por Padre,
Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor
Todopoderoso.
7:1 Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas,
limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la
santidad en el temor de Dios.
Eso fue suficiente para comenzar un proyecto de “Limpieza
del Hogar”.
Comencé junto Con mi Familia a sacar todo tipo de basura
espiritual que ensuciara mi Hogar; puesto que ya nosotros habíamos limpiado
primero nuestros corazones, recibiendo el perdón de nuestros pecados, al
recibir a Cristo como Salvador personal.
Oramos al Señor y le pedimos que nos ayudara a sacar todo lo
que no Glorificara Su Nombre, y pudiera ser tropiezo a otros que nos visitaran.
Comenzamos la obra y quedamos sorprendidos al ver tantas
cositas que no parecían hacerle daño a nadie, pero que NO Glorificaban el
nombre de Nuestro Gran Dios y Salvador. Y Que Eso abria o daba lugar a que
inmundicia viniera a mi casa creyéndose un Poder Legal a través de Esas Cosas
que estaba ahí y que era parte de una Vida Vieja que había quedado atrás , Mi
maldad.
Les mencionaré algunas de las que todavía recuerdo:
1. Sacamos y
rompimos estatuillas de santos y vírgenes católicos, que si bien no estaban
colgadas en la paredes pero si había en fotos o en cosas que habían sido
obsequio de nuestra boda y por “respeto” las conservaba.
2. Cuadros y medallitas de imágenes de vírgenes, santos,
del Sagrado corazón de Jesús, la Santa Cena, Jesús crucificado etc. Los sacamos
de nuestro hogar.
3. Busque rosarios, misales, catecismos, escapularios y si había los sacaría.
4. Sacamos llaveros
y accesorios de Nueva Era, y rabos de
conejo y pulseras de buena suerte,
5. Nos deshicimos
de toda música que tuviera letra fea y pecaminosa, que exaltara Narcotrafico,
adulterio, música rock, de nueva Era,
que abiertamente negara al Dios verdadero y lo que es El.
6. También contamina
Todo libro de origen Satánico, juegos de OUJIA, azabaches, angelitos en forma de niñitos, figuras de Buda y dioses
de piedra taínos, los sacamos, horoscopos.
7. Rompimos
películas y videos de magia, brujas, vampiros, falsas doctrinas, pornografía,
violencia extrema, torturas, escenas dañinas a nuestros ojos.
8. Sacamos toda
ropa indecorosa, provocativa e indecente; que pudiera poner en juego y dañar nuestro testimonio de
creyentes en Jesucristo. Ropa transparente, corta, escotada, apretada, con
letreros, fotos y promociones que no edificaban.
9. Botamos toda la
bebida alcohólica y demás vicios como cigarrillos, pipas etc.
10. Revistas, calendarios, fotos de desnudos y pornografía las quemamos.
No se pueden imaginar la alegría y satisfacción interna
cuando terminamos y sentíamos que cada rincón de nuestro hogar estaba limpio y
era agradable ante los ojos de Nuestro Gran Dios y Salvador.
Muchas de estas cosas no se notaban a simple vista, pero muy
en lo profundo y oculto…Ahí estaban.
Fue una búsqueda insaciable por cada rincón de nuestro
hogar, pero valió la pena.
Si no has tenido una buena limpieza últimamente, te animo a
que comiences con tu corazón, deja que Cristo lo limpie primero perdonándote
todos tus pecados que tanto lo afean y ensucian.
Luego seguirá la limpieza de tu cuerpo y de tu Hogar.
Nada se compara con una buena limpieza, da un nuevo aspecto
y belleza especial, TODO se trasforma.
¡Limpiémonos de toda contaminación…!
Gracias Yoli de
Mallén, por compartir este testimonio.
Dios les bendiga