Ponme como sello sobre tu corazón, como sello
sobre tu brazo, porque fuerte como la muerte es el amor, inexorables como el
Seol, los celos; sus destellos, destellos de fuego, la llama misma del SEÑOR,
cantares 8:6
La mayoría
de seres humanos que dan inicio a la vida matrimonial lo hacen con la
expectativa de que en el transcurso de los años la relación de pareja sea
fortalecida y la comunicación conyugal permita superar cualquier dificultad que
se presente. Sin embargo la afirmación “en las malas y en las buenas”,
pareciera haberse dejado de lado, sobretodo cuando los conflictos, las
diferencias y las crisis surgen, dejando a su paso lesiones con efectos
profundos y permanentes.
Cuando se
habla de heridas en el matrimonio, se suele evocar aquellas que permanecen
después de una fuerte discusión, al haber recurrido, uno o ambos miembros de la
pareja, a gritos, ofensas u otras expresiones de violencia emocional y aún
física. Es frecuente también encontrar heridas, cuando la pareja ha vivido
humillaciones e infidelidad, entre otras cosas.
Sin embargo,
muchas veces las lesiones aparecen y se profundizan con el pasar del tiempo
casi sin darnos cuenta. Especialmente esto ocurre cuando la pareja se ha
ignorado mutuamente, desatendido, descalificado o ha recurrido a otras formas
de respuesta inadecuada ante los dificultades del matrimonio, que pueden o no
desembocar en conflictos aún mayores.
Otra forma
en que pueden surgir las heridas en el matrimonio, tiene que ver con las
expectativas que cada uno tiene antes de constituirse en pareja, y la
desilusión que representa confrontarse con una realidad distinta. De igual
forma, cuando las pequeñas diferencias no resueltas, la rutina, el abandono y
la falta de interés van marcando o determinando una actitud que se prolonga en
el tiempo, la distancia en la vida conyugal se empieza a imponer y es frecuente
que de por esta situación se produzcan lesiones que pueden conducir a
permanentes heridas que causan mucho dolor y fricción en la relación
matrimonial.
Los
recuerdos dolorosos hacen que tanto en los aspectos personales, como a nivel de
la relación de pareja, el ser humano tienda a estancarse y no logre desarrollar
sus propias habilidades. Las heridas provocan pesar, porque son resultado de
sentimientos de amargura, tristeza, frustración y, en algunos casos, de ira e
impotencia. Estas van afectando los pensamientos y los sentimientos, y pueden
acompañar a la persona durante mucho tiempo, aun cuando la situación del pasado
aparentemente pareciera ser superada.
Las heridas
no sanadas impiden el establecimiento de nuevas y positivas actitudes y
relaciones. Hacen aflorar la inseguridad, la desconfianza, la duda, el temor y
la soledad. Pueden hacer que la pareja sea prisionera de eventos o situaciones
del pasado e impedir que puedan ver el porvenir con esperanza, ánimo y alegría.
Un aspecto
importante para iniciar el camino hacia la sanidad en las relaciones
matrimoniales, es no negar lo que se siente. En algunas ocasiones las personas
que tratan de ocultar sus lesiones emocionales o recuerdos que le entristecen,
lo único que logran es prolongar y profundizar sus heridas. Al reconocer el
evento o situación que nos ha lastimado, estaremos dando el primer paso para la
superación de la situación que nos lastimó.
Debemos
tener en nuestros pensamientos, emociones y sobretodo en nuestra voluntad, el
propósito de soltar los acontecimientos o circunstancias del pasado que nos
lastimaron. Esta decisión (dejar atrás el pasado), conlleva una decisión de
perdonar y perdonarnos y aunque el perdón puede parecer en un principio, no ser
algo que se sienta en el corazón, si se mantiene como decisión, paulatinamente
se irá incorporando a nuestras emociones. Una herida emocional o física, no se
olvida fácilmente, pero al “cicatrizar” el evento pasado, se recuerda sin
dolor. Es así como el perdón permitirá ir sanando el corazón de las personas
heridas, posibilitando iniciar el camino para la superación de cualquier
escenario adverso que haya marcado a los que conforman una pareja.
Para sanar
las heridas del matrimonio se debe asumir la decisión de perdonar, sabiendo que
esto se logra mediante un proceso que toma tiempo, Sustentado en el amor de
dios, por lo que cada persona debe tener
paciencia y perseverancia. No se debe olvidar que el primer paso, está en
identificar lo que nos ha causado el dolor y no dejarlo profundizar en el
transcurso del tiempo.
Cada pareja
debe resolver oportunamente aquellas cosas que les lastiman, para que no se
conviertan en heridas permanentes, sólo así podrán disfrutar de una vida
matrimonial de paz y libertad.
Para
recordar
§
Las heridas
no sanadas impiden el establecimiento de nuevas y positivas actitudes y
relaciones. Hacen aflorar la inseguridad, la desconfianza, la duda, el temor y
la soledad.
§
Al reconocer
el evento o situación que nos ha lastimado, estaremos dando el primer paso para
la superación de la situación que nos lastimó.
§
El perdón
permitirá ir sanando el corazón de las personas heridas.
§
Sobre Todo..
Cristo le ama, ama su familia, él ama su vida, llame al Señor a su vida y pídale
dirección, dígale que usted, su espos@ y sus hijos necesitan ser restaurados,
liberados y sanados de toda herida a causa del error.
Dios bendiga
Grandemente Tu vida es mi Deseo.
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