Muchos piensan que cuando somos cristianos, es no tener
ningún problema, ya quisiera decirte que el matrimonio es un viaje a Disneyworld,
pero esto está lejos de la realidad a la hora de las crisis matrimoniales.
Vamos a la iglesia y todos somos santos, felices colaborando
en el servicio al Señor, pero cuando llegamos a casa las crisis dentro del
matrimonio no dan tregua!
Él, dominante... ella terca, él, manipulador; ella
rencillosa, él malhumorado... y podría seguir con una lista de defectos de uno
y otro, pero la solución a una crisis matrimonial no está en apuntarnos uno al
otro, si no en sacar a luz las virtudes de uno y otro.
El amor es conquista
Por la fuerza se conquistan pueblos y ciudades, pero no a
las mujeres.
Por la fuerza puedes domar caballos, pegarle a un burro para
que camine, pero no a tu mujer o a tu esposo.
Proverbios 16:32 “Mejor es el que tarda en airarse que el
fuerte; Y el que se enseñorea de su espíritu, que el que toma una ciudad.”
La mejor conquista es dominar el enojo, callar y esperar a
pensar bien lo que vayas a decir, porque muchas palabras, en el furor del
enojo, pueden herir al cónyuge y abrir una brecha de separación cuando la meta
debe ser acercarnos más uno al otro.
Que Dios te Bendiga
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