En cualquier relación,
el afecto dividido bloquea la intimidad. Así como me es imposible alcanzar la
unidad emotiva con la esposa cuando se está enredado con otra mujer, así es
imposible desarrollar la intimidad con Dios si dependemos de algo o alguien más
para satisfacer nuestras necesidades. Creo que eso es lo que Jesús quiso decir
cuando nos advirtió en (Mateo 6:24
Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro,
o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas.).
Nuestra tendencia es
adorar aquello que pensamos satisface nuestras necesidades. Así que, cuando
obramos bajo la ilusión de otra gente, el poder, las posesiones, el prestigio o
cualquier otra cosa es la respuesta a nuestros deseos más íntimos, descuidamos
nuestra relación con Dios. Y los primeros once capítulos de Eclesiastés dan
testimonio que ninguna de esas cosas merece nuestro afecto. Anteriormente
asentamos la importancia de definir nuestras metas cuando escogemos tener
propósito versus vivir sin objetivos. A veces uno encuentra papel en donde ha
escrito metas para su vida, probablemente estés alegre de haberlas logrado pero ¿estas satisfecho? Por supuesto que no.
En el tiempo transcurrido uno sigue poniéndose nuevas metas ¿por qué poner más?
Salomón llegó a la
misma conclusión. Había logrado todas sus metas. Era el monarca más rico más
sabio y poderoso del mundo. Sin embargo, al final de su vida, admitió que todo
era vanidad, sus metas no solo estaban vacías, sino que también lo habían
desviado de luchar por lo que en verdad le hubiera dado satisfacción: Una
relación intima con Dios.
Evalúa honestamente tu relación con Dios
¿Dónde tienes centrado
tu afecto en la actualidad? ¿Tienes dificultad para contestar? Entonces imagina
que de pronto perdieras todo lo que tienes de valor para ti: tu familia, tu
trabajo, tu reputación, tu dinero y tu salud. ¿Cuál sería tu respuesta? Una vez
pasado el luto por tales perdidas, ¿Perderías toda razón para seguir viviendo?
¿Tu vida quedaría en el vacío, dando vueltas sin esperanza, fuera de control?
Conocemos a un hombre
que sufrió este tipo de perdida. Se llamaba Job En un corto periodo de tiempo,
lo perdió todo. No obstante, su reacción fue extraordinaria: (Job 1:20-22 Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y
rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre,
y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová
bendito. En todo esto no pecó Job, ni atribuyó a Dios despropósito alguno.)
No se engañe, a Job le dolió su perdida, pero
todavía tenía capacidad de alabar a Dios. ¿Por qué? Porque su objeto de
Adoración permanecía intacto. Contrario a lo que pasa con muchos de nosotros,
Job no cayó en la trampa de adorar lo dones en vez de adorar al “Dador” de
ellos. En medio de la tribulación, el fundamento de la vida de Job permaneció
firme.
¡Que contraste con
Salomón! El capitulo doce de Eclesiastés pinta el retrato de un anciano cuya
vida empezaba a deteriorarse. Su salud era precaria, su poder había disminuido,
sus riquezas habían pasado a otro y hasta su sabiduría era cuestionada. Esta
patética conclusión a su vida hizo que Salomón aconsejara:”Acuérdate de tu
Creador en los días de tu juventud”. Creo que esto puede para frasearse así:
“Pon a Dios primero en tu vida antes que sea demasiado tarde”.
¿Alguna vez te has
dirigido a un lugar desconocido y sin querer das una vuelta equivocada?
Después de recorrer varios kilómetros te das
cuenta de tu error. En este punto, lo lógico es dar vuelta. Pero si tú eres
como yo, que odio reconocer que me equivoqué y regresar esa distancia, sigues
caminando pensando que tal vez ese camino equivocado se convertirá por arte de
magia en el camino correcto. Por supuesto que entre más avance en dirección
equivocada, será más difícil regresar.
Una evaluación honesta de tu relación con Dios puede requerir de un cambio de
dirección. Este es el concepto que está en el corazón de la palabra
arrepentirse, la cual significa cambiar de pensamiento o dirección. Si tú te
das cuenta que tus afectos no han estado
centrados en Dios, acepta tu error y cambia de dirección, antes que sea más
difícil hacerlo. Desafortunadamente, Salomón había avanzado demasiado en su
búsqueda del placer, el poder y las posesiones para dar vuelta. El epitafio de
este que fue el rey más poderoso de Israel, se encuentra en (1 Reyes 11:4 Y
cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses
ajenos, y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su
padre David.) “
Este es el tiempo que
Dios te permitió vivir, los errores las causas delante de Dios ya no son
importante, el te ofrece la salvación, la sanidad de tu corazón, cuerpo y
mente, la libertad para estar en paz contigo mismo y con los demás que te aman
y amas y la Restauración haciendo en ti y tooda tu vida Cosas Nuevas, una nueva
Criatura, así lo dice su Palabra.
Acepta la Ayuda de Dios
y permanece en él y veras el milagro en Ti Hay Esperanza para tu vida ..En
Cristo Jesús!!
Dios te Bendiga y
Guarde.
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