Nuestra fe sufre cuando nuestra conciencia es corrompida.

Mateo 11:29-30
Es un hecho de la vida que los cristianos al ser
confrontados con este pasaje, expresan duda, escepticismo, o incredulidad.
Millones de los hijos de Dios han abandonado su fe poco después de su
conversión declarando que el yugo del Señor es muy duro. Ellos dicen, "No
lo puedo hacer."
Esto hace surgir la pregunta, "¿Qué quiere decir Jesús
cuando dice que su yugo es fácil?" ¿Quiere decir que la vida cristiana es
la más fácil que hay? ¿Quiere decir que no hay dificultades ni tribulaciones?
¿Quiere decir que somos protegidos de todo tipo de conflicto? Usted ya sabe las
respuestas a estas preguntas. Su "yugo es fácil" quiere decir que la
vida cristiana es fácil en comparación a la vida de un pecador porque el
cristiano está unido a Cristo y el pecador está unido a Satanás.
Entonces cuando está encarcelado o enfermo o sin amigos, es
mucho más fácil estar unido con Jesús que con Satanás. No se equivoque, no
existen tres yugos, solamente dos. Si no estamos unidos con Cristo, estamos
unidos a Satanás y el camino será muy duro.
La clave es con quien nos hemos unido. Amigo mío, si es
cristiano y su vida es difícil y pesada significa que está en el yugo
incorrecto. Solo cuando se somete al mismo yugo que lleva Jesús será realizado
este pasaje en su vida.
El Camino del
Transgresor
Déjeme explicarle un poco más que es el camino del pecador
que es duro. Estas son las palabras de Salomón, uno de los más sabios. El dijo,
"...el camino de los transgresores
es duro" (Proverbios 13:15). Es imposible que usted ni yo digamos que
el camino del cristiano es duro. El apóstol Juan confirma esto diciendo, "que guardemos sus mandamientos; y
sus mandamientos no son gravosos" (1 Juan 5:3). ¿De quién habla? Habla
de los apóstoles y los que son del mismo espíritu. Habla de los victoriosos,
los que han vencido por la sangre del cordero. En la Biblia Amplificada dice
que sus mandamientos no son "fastidiosos, pesados, opresivos, ni
gravosos."
El filósofo danés, Soren Kierkegaard, tenía razón cuando
dijo, "Es mucho más costoso para el hombre ir al infierno que venir al
cielo." Sí, "...la paga del
pecado es muerte..." (Romanos 6:23). El pecado arruina. El pecado
engaña. El pecado corrompe. ¡El pecado mata!
Díme, amigo, hermano, ¿no somos afrontados en las primeras
páginas de la Biblia con el contraste entre el camino del pecador y el camino
del justo? ¿Cuál les fue más fácil para Adán y Eva: vivir sin pecado o vivir
con pecado? ¿Estaban más felices cuando vivían dentro del huerto o fuera del
huerto? Díme entonces, ¿cuál es la
lección que debemos aprender aquí? ¿Es el camino del justo o del pecador que es
más duro? Ya sabe la respuesta. Ahora mire la primera página de los Salmos y
dígame ¿quien es el más bendecido: el hombre que camina en el camino del
injusto o el justo que no camina en el pecado? ¿No dice que el justo se deleita
en la ley de Jehová y que todo lo que hace prosperará?
Ciertamente, el pecado es un amo terrible. No trae
recompensas ni bendición alguna. No siembra semillas buenas y su fruto no da
vida. El camino del transgresor es duro. Mire como el pecado arruina los matrimonios
y destruye los corazones de los niños por medio del divorcio. Mire como el
pecado crea deuda monetaria y como su fruto de resentimiento, crítica, celos, y
lujuria dañan y entristecen al que los deja florecer. Mire como el transgresor
se acuesta con temor de los frutos de su pecado y del juicio que viene. Vive
siempre bajo la culpa, pena, y condenación. Para escapar estos sentimientos se
da a la pornografía, la fornicación, el adulterio, el alcohol, las drogas, o el
materialismo tratando cada vez más de escapar la tortura de su alma o aun peor,
hasta que su conciencia pierde toda sensibilidad al juicio venidero o el
infierno que le espera.
Mire la cara del trasgresor. Se ve dura y espantosa. ¿Ha
notado que el transgresor se ve viejo a la edad de cuarenta y el santo se ve
joven a la edad de sesenta? Por su obediencia, Moisés no había perdido su
juventud aun a la edad de ciento veinte. Vaya a la funeral de un pecador y verá
la tristeza y ruina en los corazones de sus amigos que no tienen esperanza.
Pero asista al funeral de un santo y gócese en el gozo de la resurrección. ¿He
dicho lo suficiente para convencerle que el yugo de Jesús es fácil y el del
trasgresor es duro?
Entrenando para la
Justicia
Ahora pues, ¿porque se siente a veces que el camino del
justo es tan duro y difícil? La
respuesta se encuentra en esta verdad: el camino del justo es duro solo cuando
él no es justo.
El camino de Jesús si es duro, hasta imposible, si no
perseveramos, si vivir para Jesús no es nuestra aspiración constante. Solo
cuando lo abandonamos todo podemos sentir que su yugo es fácil y su carga es
ligera. Hasta el punto de rendición completa, el camino del "medio-justo"
es duro. Si no caminamos con Dios hasta el final, no tendremos comunión ni con
el pecador ni con el santo. Simplemente no podremos saborear los frutos de
justicia, paz y gozo si no rendimos cada parte de nuestras vidas. No hay ningún
secreto para entender el mensaje del "yugo fácil."
Los que no se han dado completamente a Dios no pueden
disfrutar sus bendiciones. Los caminos de Dios son difíciles cuando nuestros
pies están atrapados en el lodo del mundo, cuando no estamos en forma
espiritualmente. El atleta es un buen ejemplo. Muchos admiramos el atleta que
puede correr distancias largas. Nos gusta ver fotos de él cruzando la línea
final. Cuando vemos los juegos olímpicos por televisión somos inspirados a
imitar los logros de los atletas, pero si salimos a correr pronto nos cansamos
y empezamos a sentir dolor en las piernas. La diferencia entre nosotros y el
atleta olímpico es que el atleta ha abandonado todo para entrenar y practicar.
Se ha puesto en una dieta estricta y eliminado bebidas y comidas que puedan
afectar su habilidad. Se ha disciplinado y mantenido un régimen de practica y
ejercicio. Se ha puesto bajo la supervisión de un entrenador. Por esto,
nosotros nos cansamos cuando el atleta solo se empieza a calentar.
Si no nos esforzamos cada día por cambiar nuestro estilo de
vida para amar a Jesús, servir a Jesús, adorar a Jesús, celebrar a Jesús, y
obedecer a Jesús cada día continuaremos a tener dificultad en encontrar las
pistas de aterrizaje espirituales y a tener dolor en nuestras piernas.
Para encontrar su yugo fácil y su carga ligera, debemos
disciplinarnos. Primeramente, necesitamos evitar toda maldad y todo lo
que tiene la apariencia de ella. Por segundo, debemos disciplinarnos a
dedicarnos a todo lo que es santo y justo. Es lo mismo que hace un piloto o un
atleta olímpico para tener éxito.
Sabemos que somos salvos por gracia, pero si pensamos que
con ese privilegio viene automáticamente el poder del Espíritu Santo sin que
practiquemos las disciplinas cristianas estamos muy equivocados. Si somos el
hijo de un campeón olímpico no quiere decir que vamos a ser campeones olímpicos
también. Si no damos el mismo nivel de dedicación que nuestro padre no vamos a
alcanzar la misma fama o éxito.
El ser hijos de padres excelentes nos da una ventaja. Somos
la herencia de Cristo – eso es una ventaja – pero no podemos esperar que vamos
a vivir vidas triunfantes si no incorporamos a nuestras vidas diarias las
disciplinas que practicó Jesús. Considere estas disciplinas: la memorización de
la Biblia – Jesús conocía las escrituras muy bien a la edad de doce; la oración
– Jesús se levantaba muy temprana para orar; el ayuno – Jesús evitaba la
apariencia de lo malo. Si no nos comprometemos a practicar estas disciplinas,
no nos mantendremos en el yugo de Jesús.
Cuando Jesús dijo,
"Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados...Llevad mi yugo
sobre vosotros...porque mi yugo es fácil" (Mateo 11:28-30), estaba
invitando a todo el mundo a salir del yugo opresivo del pecado y someterse a su
yugo fácil de santidad donde el poder de Dios "es poderoso para guardaros
sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría"
(Judas 1:24).
No hay ningún yugo más fácil que el de Jesús y ningún yugo
más duro que el pecado y la complacencia. Abandone todo para someterse a su
yugo y comprométase a la disciplina espiritual como el Señor mismo lo hizo.
Dios Te Bendiga y Ministre Poderosamente
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