¿Has pensado alguna vez en comparar tu vida a
un terreno?
Un terreno que puede producir hermosos frutos
o puede producir cardos y espinos.
La epístola a los Gálatas nos recuerda:
6:7 No
os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare,
eso también segará.6:8 Porque el que siembra para su carne, de la carne segará
corrupción; mas el que siembra para el Espíritu, del Espíritu segará vida
eterna.
¿Estamos sembrando para la carne o para el
Espíritu?
¿Cómo será nuestro resultado mañana:
corrupción o vida eterna?
Nuestra vida es como ese terreno que para
poder recoger buenos frutos como son: el buen testimonio, un buen ejemplo, un
buen carácter etc. debemos primero trabajar y luchar arduamente.
Alguna vez hemos pensado…
¿Cuáles son los frutos que queremos recoger
mañana? Y ¿Qué debemos hacer para lograrlo?
¿Cómo queremos ser recordada cuando ya no
estemos presente?
¿Es nuestra vida un terreno fértil para la
siembra?
¿O estoy amargada, y seca?
Así como El Sembrador requiere:
1º Seleccionar el fruto que desea, para
sembrar la semilla correcta. Qué quiere cosechar.
Nosotras también tenemos que saber cuáles
cosas deseamos sembrar, para poder cosechar mañana.Pues aún sin hacer nada
estamos sembrando y permitiendo que crezcan en nuestra vida, cosas que tal vez no queremos.
2º Sembrar la semilla a su tiempo y en un buen
terreno.
Nosotras debemos tener la buena disposición
para hacer lo que sea necesario para lograr lo deseado. Ya sea pedir perdón,
arrepentirnos, comenzar de nuevo.
3º Una siembra con aquellos ingredientes que
le favorezcan:
Ej.
agua, sol, abono.
Nosotras requerimos de oración, confianza y
sabiduría y una buena actitud para hacerlo bien.
4º Esperar el tiempo correcto y confiar en el
Creador para cosechar.
Nosotras también debemos esperar con fe y
paciencia el tiempo de Dios para recoger, para ver el logro obtenido.
5º Estar atento a plagas o calamidades que
puedan maltratar su cosecha.
Nosotras debemos estar atentas al desánimo,
tentaciones, pecados, atracciones del mundo, que nos quieran desviar de nuestra
meta.
6º A su
tiempo, recoger con éxito el fruto, orgulloso de su trabajo y compartirlo con
otros.
Nosotras, al final si no desmayamos y
persistimos recogeremos igual nuestros frutos y seremos de bendición para
nosotras mismas y para los demás.
Ahora bien… ya sabemos lo importante de la
siembra,
la siguiente pregunta debe ser:
¿Qué queremos sembrar?
Nada mejor que la Biblia, la Palabra de Dios,
para encontrar aquellas semillas o frutos que queremos sembrar para luego
cosechar.
Sabiendo que la Biblia está llena de muchas
hermosas semillas o frutos, que debemos apropiarnos para embellecer nuestra
vida.
El fruto del Espíritu por ejemplo, en Gálatas
5:
5:22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo,
paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,
5:23 mansedumbre, templanza; contra tales
cosas no hay ley.
Toda creyente tiene ese hermoso fruto que debe
atender y cuidar.
Trabajar sola, sabemos es muchas veces tedioso
y desalentador y casi imposible…
Es un buen momento de invitar al ÚNICO que
puede y quiere ayudarnos a cumplir la meta propuesta, a Nuestro Salvador y
Señor Jesucristo.
El Único que quiere y puede convertir nuestra
vida en un terreno fértil para la cosecha.
Si ya lo has hecho solo clama a El por su
ayuda y El está ahí como nuestro pronto auxilio.
Pero si no tienes a Cristo como tu Salvador
personal, este es el mejor momento para clamarle, pedirle perdón por tus
pecados y recibirle como tu Único y suficiente Salvador.
Solo con Cristo puedes lograr los mejores
frutos en tu vida.
Dios te bendiga.
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