No creo que exista una persona que no desee ser liberado de algo; les hablo de cosas como los vicios, el alcohol, la ira, el celo, las drogas, la lascivia, en si la lista es grande y distinguida. En nuestra vida puede haber una o muchas cosas que aun tenemos que cambiar; puede haber una o muchas cosas que todavía nos atan y nos mantienen esclavos a las cosas de este mundo, pero Dios no quiere a Su pueblo atado y esclavo. Dios no quiere que vivamos atados; ¡Dios nos quiere libres! Dios nos hace libres una vez que permitimos que Cristo entre en nuestro corazón. Pero, ¿si Dios nos libera, entonces por qué existen tantos creyentes que piden liberación? Este es el tema que enfocaremos en el día de hoy; pasemos ahora a la Palabra de Dios.
Mateo 12:43-45 - Cuando el espíritu inmundo sale del hombre, anda por
lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. 44 Entonces dice:
Volveré a mi casa de donde salí; y cuando llega, la halla desocupada, barrida y
adornada. 45 Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus
peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de aquel hombre
viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta mala generación.
Aquí Jesús estaba
describiendo la condición espiritual del pueblo en ese entonces; en unos
versículos anteriores Él la había descrito como una generación “mala y
adultera” (Mateo 12:39); y ahora nuevamente les
llama una “generación mala.”
Si nos ponemos a pensar
en este asunto, creo que todos aquí estaremos de acuerdo cuando digo que
nuestra generación no es muy diferente a la que existía en ese entonces.
Mirando a nuestro alrededor, sin mirar muy de cerca, podemos ver que
existen numerosas personas de malos sentimientos, existen numerosas personas
que no hacen el bien, sino que aparentemente toman placer haciendo el mal.
Esto es, en toda ocasión,
la verdad para todos aquellos que no conocen a Jesús, pero desdichadamente
también existen creyentes que actúan de la misma manera.
Aun creyentes es posible que se dejarnos dominar
por los impulsos de la carne, que se dejarnos dominar por emociones, por gustos
o placeres pasajeros. Unos les llaman tentaciones que no pueden resistir;
otros les llaman piedras de tropiezos; otros les llaman resbalar; pero no
importa como le llames, la realidad es que si somos dominados por esas cosas,
entonces estamos atados y sirviendo de esclavos al dios de este mundo (2 Corintios 4:4.) ¿puede un demonio influenciar
a un creyente? La respuesta es si. La realidad del caso es que el
hombre es susceptible a los espíritus; el hombre fue diseñado para servirle de
casa al Espíritu Santo (1 Corintios 6:19.)
Como ya sabemos el hombre es quien tiene la decisión final. Dios no nos
forzara a hacer las cosas, nosotros somos los que tenemos que decidir, nosotros
somos los que tenemos que escoger (Josué 24:15. Y si mal os parece servir a Jehová,
escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros
padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos
en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová)
Cuando hacemos la
decisión de servir a Dios, cuando escogemos permitir que Él sea nuestro Rey y
Salvador, en ese mismo momento nosotros recibimos liberación. No existe
espíritu inmundo, demonio, o diablo que pueda estar en la presencia de Jesús (Mateo 4:10.)
Muchas personas piensan
que para ser liberados hay que hacer un ritual especial, que para obtener
liberación se tienen que hacer cosas extravagantes o elaboradas, les digo en el
día de hoy que esta manera de pensar también es una atadura. Es una
atadura a tradiciones y rituales del pasado, atadura a condiciones puestas e
inventadas por el hombre. La Palabra de Dios no nos habla de rituales y
ceremonias, la Palabra de Dios no nos dice que Dios retendrá Su poder, todo lo
contrario es verdad. La Palabra de Dios nos manda ha atar, reprender, y echar
fuera demonios (Marcos 16:16-18;) la
Palabra de Dios nos da autoridad para que lo que hagamos no solo cuente aquí en
la tierra sino en lugares que no vemos (Mateo 18:18; De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en
el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo.) la Palabra de Dios nos dice claramente que no existe nada más
poderoso que el nombre de Jesús (Filipenses 2:9;
Hechos 4:12.) Así que claramente vemos que
no existe liberación en rituales y ceremonias, la liberación solo existe en
Cristo Jesús.
En ocasiones una atadura
puede ser más difícil de reprender que otra, pero aun estas cosas Jesús nos dice
como podemos obtener la victoria (Mateo 17:18-21.)
Prestemos atención a esto que leemos aquí cuando Jesús nos dice: “Cuando el
espíritu inmundo sale del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no
lo halla.” Aquí vemos que Jesús nos dice claramente que el espíritu
inmundo huye de nosotros; el espíritu inmundo no puede compartir espacio con el
Espíritu Santo (Juan 1:8; 8:12.) Los espíritus inmundos huyen, pero el
problema no esta en que huyan o no. Una persona puede recibir liberación
con simplemente escuchar una predicación por la radio; puede recibir liberación
asistiendo a la iglesia; puede recibir liberación por medio de una alabanza;
puede recibir liberación porque ha orado; puede recibir liberación porque se
les ha impuesto las manos; existen numerosas maneras de hacer a los espíritus
inmundos huir. Pero, cuando hablamos de una liberación espiritual, cuando
hablamos de hacer huir a esos demonios, ¿de qué estamos hablando? Simple
y claramente estamos hablando acerca de un cambio en nuestra manera de pensar,
sentir, y vivir. Estamos hablando acerca de un cambio en nuestro
espíritu, un cambio en nuestros sentimientos. Como les dije, para ser
liberados solo tenemos que rendirnos a Cristo, solo tenemos que aceptarle como
nuestro Rey y Salvador, y permitir que Él nos guié en todo momento, pero aquí
es donde comienza el problema. Aquí es donde encontramos el gran numero
de creyentes que se encuentran atados, y pidiendo liberación. Continuando
con la lectura del día de hoy, vemos que el problema del creyente atado es
revelado.
Fíjense bien lo que dice
la Palabra aquí: “Entonces dice: Volveré a mi casa de donde salí; y cuando
llega, la halla desocupada, barrida y adornada.” Aquí vemos que una
ves que ese espíritu inmundo huye, el se va en busca de reposo.
Se va buscando una
nueva residencia, pero cuando no encuentra una, regresa. ¿De que
residencia hablo? Les hablo acerca de nuestro corazón; no les hablo del
órgano humano que nos mantiene vivo, les hablo de nuestra manera de pensar y
sentir. Cuando aceptamos a Cristo y hacemos un compromiso genuino con Él,
ya no somos lo que fuimos, en ese mismo momento Dios nos libero, pasamos a ser
criaturas nuevas, renovadas, y redimidas ante los ojos de Dios (2 Corintios 5:17.) Recibimos la liberación y los
espíritus inmundos tuvieron que huir de delante de la presencia de Dios (Lucas 8:32-33;) la casa ahora esta barrida y
adornada, pero esto no quiere decir que el Espíritu Santo ahora hará morada en
nosotros permanentemente.
Esta declaración que les
hice se nos hace evidente cuando leemos: “Entonces va, y toma consigo otros
siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y el postrer estado de
aquel hombre viene a ser peor que el primero. Así también acontecerá a esta
mala generación.” Pero la pregunta del siglo es, ¿por qué el Espíritu Santo
no hace morada permanente en algunas personas? La respuesta es porque
existen muchas personas que no lo permiten. El problema esta en que en
muchas ocasiones nosotros mismos volvemos al pasado, nosotros mismos,
voluntariamente, nos alejamos de la presencia de Dios. Si, lo oyeron
bien, voluntariamente. Voluntariamente nosotros rechazamos la convicción
que el Espíritu Santo nos da con frecuencia, voluntariamente rechazamos ser
guiados por caminos de mansedumbre y humildad, y escogemos el camino del
orgullo cual conduce directamente a la rebeldía, la contienda, y la ira.
Es una cosa voluntaria porque como todos sabemos, nosotros podemos escoger, no
se nos puede forzar hacer nada (Santiago 4:7.)
Así que lo que les estoy diciendo es que nosotros mismos nos quitamos la
libertad; nosotros mismos nos volvemos a encerrar en la prisión del pecado y
nos sentenciamos a muerte (Romanos 6:22-23.)
No es en esa prisión que Dios te quiere; Él te libero, pero tu te encierras con
viejas pasiones que te conducen a la infelicidad.
Como creyentes estamos
llamados a permitir que el Espíritu Santo more en nuestros corazones (Gálatas 4:6;) Dios espera que llenemos nuestros
corazones del amor de Cristo (Efesios 3:17;)
Dios espera que nuestros corazones ahora estén llenos de paz (Colosenses 3:15-16.) Cuando nuestro corazón no esta
completamente lleno de Dios, cuando nuestro corazón no esta completamente
entregado a Cristo, entonces el demonio podrá regresar a su casa, el demonio
podrá regresar a la casa vaciá, barrida, y adornada. No regresara solo,
sino que será acompañado por siete peores que él, y tal como leemos aquí, “y
el postrer estado de aquel hombre viene a ser peor que el primero.”
Pero, ¿qué quiere decir esto? Esto tiene un significado diferente para
muchas personas. Todo depende del espíritu inmundo que influencia a la
persona, permítanme enumerar algunos ejemplos. Para el alcohólico, el
estado de alcoholismo será peor. Para el drogadicto, su cuerpo le pedirá
una dosis mayor de la droga.
Para el fornicarío, la
lascivia y los pensamientos impuros sucederán con mas frecuencia. Para el
que sufre de depresión, los ataques sucederán con mas intensidad. En si
pudiéramos continuar con una lista extensa, pero creo que todos ya tienen una
buena idea de lo que les estoy diciendo. ¿Cuál es la lección que debemos
aprender? La lección que debemos aprender es que tenemos que permanecer
fiel a Dios en todo momento. No podemos titubear en nuestro
comportamiento y nuestra fe. No podemos comprometer nuestro corazón con
cosas desagradables y impuras (Romanos 12:2.)
Tenemos que reconocer que cuando a nosotros lleguen esos impulsos, cuando a
nosotros lleguen esos deseos, cuando a nosotros lleguen esos arranques, esos
pensamientos y manera de sentir algo grave esta sucediendo. Tenemos que
reconocer que lo que esta sucediendo en ese mismo momento NO es normal para un
Cristiano (Gálatas 5:22-23.) Tenemos que
aprender a reconocer que esas cosas son los demonios tratando de volver
nuevamente para hacer morada en nuestro corazón (1
Pedro 5:8.) Tuvieron que huir de delante de la presencia de
Cristo, y solo tú los puedes dejar entrar nuevamente.
Esto me recuerda de
un chiste que deseo compartir con ustedes.
Resulta ser que había
este hombre que era muy rico y tenia una casa muy lujosa, pero a las cuatro de
la tarde venia el diablo y se la destruía. Esto sucedía día tras día, y
este hombre se encontraba grandemente angustiado. Comentando lo que le
sucedía con un amigo un día, este hombre escucho que había uno llamado Jesús, y
que si el permitía que Jesús viviera en su casa, el diablo no podría
destruírsela. Este hombre entonces fue en busca de Jesús, lo halló, y le
pidió que morara en su casa. Jesús le acompaño, y cuando entraron, el
hombre le dijo que podía quedarse en la habitación del tercer piso, y así lo
hizo Jesús. Al día siguiente, el diablo toco a la puerta, y cuando el
hombre la abrió, el diablo se coló en la mansión y destruyo los primeros dos
pisos, pero no toco el tercero. Después de lo sucedido, el hombre le
reclama a Jesús diciéndole que le había mentido, ya que el diablo había
destruido su bella mansión aun Jesús estando dentro. Claro que si le dijo
Jesús, pero mira donde me tienes, me tienes en un tercer piso en la habitación
de atrás, que podía hacer yo. El hombre, muy molesto por lo acontecido,
entonces le dijo a Jesús podía tomarse el segundo piso también, y así lo hizo
Jesús. Al próximo día, el diablo toca a la puerta nuevamente, y cuando el
hombre la abrió, el diablo se coló y destruyo todo el primer piso.
Nuevamente el hombre muy molesto le reclama a Jesús, diciéndole que le había
mentido, ya que el diablo había destruido la casa aun Jesús estando
dentro. Nuevamente Jesús le dijo, si, pero mira donde me tienes, me
tienes en el segundo y tercer piso, que puedo hacer yo. El hombre, muy
molesto por lo acontecido, entonces le dijo que Jesús podía tomarse la mansión
completa, y que hiciera lo que quisiera, y así lo hizo Jesús. Al otro día
el diablo toca a la puerta nuevamente, pero esta ves le abrió Jesús, a lo que
el diablo inmediatamente dijo “perdón, me equivoque de casa.”
Para concluir. ¿En que condición se encuentra tu casa? ¿Qué lugar le has
dado a Dios en tu vida? ¿Te sientes atado? ¿Te sientes
influenciado? ¿Crees ser esclavo del dios de este mundo? Examina tu
vida, reflexiona donde te encuentras, recuerda que Dios no te quiere atado,
Dios te quiere libre. Cristo te esta llamando en estos mismos
momentos, Él esta cerca y desea entregarte la paz que tanto anhelas.
Cristo quiere hacer morada en ti (Apocalipsis 3:20 He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. .)
No permitas que el
demonio tome lugar alguno en tu corazón, no permitas que el demonio influencie
de la manera que te sientes, piensas, y actúas; recibe hoy liberación.
Recuerda que la liberación no se recibe porque hagamos un rito; la liberación
no se recibe porque se haga una ceremonia; la liberación solo se recibe cuando
permitimos que Cristo Jesús reine en nuestras vidas. ¿Quieres ser
liberado?