Una de las cosas más difíciles
de hacer que el ser humanos confronta es confiar. Confiar es algo que
encontramos difícil hacer porque a través de nuestra vida, todos hemos sido
decepcionados o traicionados por personas en quien habíamos depositado toda
nuestra confianza.
Debido a esto nuestro corazón de cierta forma ha sido
endurecido, lo que causa que en ocasiones dejemos de confiar o no podamos
confiar en Dios. Estas decepciones o traiciones causan que nosotros
dudemos del poder de Dios, lo que causa que nos desviemos de los caminos que Él
desea que sigamos, o que nos detengamos en nuestro crecimiento
espiritual. En otras palabras, permitimos que las cosas de éste mundo nos
cieguen a la realidad de que nosotros vivimos en el reino de Dios, bajo Su
cobertura, y poder. Es por eso que en el día de hoy deseo que examinemos
una pequeña porción de historia acerca de éste mismo tema, que nos ayudara a
descubrir el poder de Dios en nuestra vida. Pasemos ahora a la Palabra de
Dios.
Éxodo 13:17-22 - Y luego que Faraón dejó ir al pueblo,
Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba
cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la
guerra, y se vuelva a Egipto. 18Mas hizo Dios que el pueblo rodease
por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de
Egipto armados. 19Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el
cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os
visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros. 20Y
partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. 21Y
Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el
camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que
anduviesen de día y de noche. 22Nunca se apartó de delante del
pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.
Como acostumbro a decir, para
tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día
de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia. Como todos
sabemos, los descendientes de Abraham hicieron morada en Egipto después que
José fuera nombrado gobernador de Egipto como encontramos en Génesis 41:40-43 cuando leemos “Tú estarás sobre mi
casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré
yo mayor que tú. 41Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he
puesto sobre toda la tierra de Egipto. 42Entonces Faraón quitó su
anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de
lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; 43y lo hizo
subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: !!Doblad la rodilla!; y
lo puso sobre toda la tierra de Egipto.” Ésta autoridad permitió que
José pudiera establecer a su familia en la tierra de Egipto; esto es algo que
queda bien declarado en Génesis 47:11 cuando
leemos “Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión
en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como
mandó Faraón.” En éste tiempo el pueblo de Dios creció grandemente como
encontramos en Éxodo 1:7 cuando leemos “Y los
hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y
fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra.” Ahora bien,
aunque el pueblo de Dios fue inicialmente bienvenido a la tierra de Egipto,
después de la muerte del faraón y de José, los egipcios llegaron a temerles
debido al crecimiento, y éste temor condujo al nuevo faraón a que hiciera a
éste pueblo esclavos de Egipto. Fíjense bien como esto es algo que queda
bien declarado en Éxodo 1:12-14 cuando leemos “Pero
cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que
los egipcios temían a los hijos de Israel. 13Y los egipcios hicieron
servir a los hijos de Israel con dureza, 14y amargaron su vida con
dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en
todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.” A primera vista
esto puede aparentar como si Dios se hubiese olvidado de Su pueblo, pero la
realidad del caso es que esto no es así. Fíjense bien como esto es algo
que queda bien reflejado en Éxodo 3:7-8 cuando
leemos “Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está
en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus
angustias, 8y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos
de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel,
a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del
jebuseo.” Aunque este pueblo sufrió en manos de los egipcios, Dios nunca
los abandono. Dile a la persona que tienes a tu lado, Dios no nos abandona.
Porque Dios nunca les
abandono, Dios no permitiría que Su pueblo saliera de la tierra de Egipto sin
primero recibir una recompensa por lo que ellos habían obrado. Fíjense
bien como esto es algo que queda bien declarado en Éxodo
3:21-22 cuando leemos “Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de
los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; 22sino
que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de
oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y
despojaréis a Egipto.” Ellos salieron de Egipto bendecidos no solo
por la presencia de Dios, sino que también fueron bendecidos en lo
material. Fijense bien como esto queda bien declarado en Éxodo 12:35-36 cuando leemos “E hicieron los hijos
de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas
de plata, y de oro, y vestidos. 36Y Jehová dio gracia al pueblo
delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los
egipcios.” ¿Por qué es tan importante que sepamos estos
detalles? Es necesario que sepamos estos detalles por dos razones.
Numero uno; estos detalles establecen la base sobre la que edificaremos
hoy. Esta base es que cuando aprendemos a confiar en Dios, Él escuchar
nuestras oraciones, y más importante de todo, Él nos responderá. Segundo,
estos breves hechos de la historia nos revelan que aunque somos el pueblo
escogido de Dios, esto no quiere decir que estaremos libres de tener que
atravesar por momentos difíciles. Así que con esto en mente, continuemos
ahora con nuestro estudio de hoy.
Aquí leemos “Y luego que
Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los
filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el
pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. 18Mas hizo Dios
que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los
hijos de Israel de Egipto armados.” Lo primero que deseo que notemos
aquí es que aunque existía un camino más corto a la tierra prometida, Dios no
les condujo en esa dirección. Dios les condujo por una ruta larga,
causando que ellos hicieran un rodeo por el camino del desierto hacia el mar
Rojo. Esto es algo que muchos de nosotros no logramos entender, y es algo que
sucede hoy en día pero que nosotros no logramos aceptar. En otras
palabras, no logramos aceptar de la manera que Dios hace las cosas. Esto
sucede porque no logramos entender o simplemente no queremos entender que en
ocasiones Dios nos guiara por caminos difíciles. Pero la realidad del
caso es que son en esos mimos momentos cuando Dios se glorifica; en esos
momentos cuando todo aparenta estar perdido, cuando en nuestra mente no existe
solución, Dios nos recuerda que Él no se ha olvidado de nosotros y Su poder se
glorifica en nuestra vida. Esto mismo fue lo que sucedió con el pueblo de
ese entonces. Fíjense sien como esto que bien reflejado en Éxodo 14:21-22 cuando leemos “Y extendió Moisés su
mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento
oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron
divididas. 22Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del
mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.”
El pueblo de Dios estaba completamente preocupado, todo aparentaba estar
perdido, ellos estaban atrapados y no podrían escaparse del ejército egipcio
que les perseguía y estaba a punto de alcanzarles para matarles. Pero una
gran realidad es que Dios no había liberado a este pueblo para que ahora
murieran. Dios les había liberado para entregarles la tierra prometida;
pero antes de tomar posesión de Su promesa, ellos tendrían que aprender a
confiar y a dejarse guiar por Él. Esto es algo que Dios quiere de todos
nosotros, Él quiere que tengamos una confianza absoluta en Su poder. Dios
desea que nosotros estemos dispuestos a poner todo en Sus manos, dispuestos a
confiar en que Él nos guiara al lugar donde debemos permanecer. El camino
en ocasiones se nos puede hacer difícil, quizás nos cansemos un poco, quizás
exista un desierto por el que tendremos que atravesar. Pero nunca debemos
olvidar que a pesar de toda situación, Dios siempre está con nosotros.
Esto es algo que queda bien declarado en Juan 14:16-17
cuando leemos “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que
esté con vosotros para siempre: 17el Espíritu de verdad, al cual el
mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le
conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”
Continuando con nuestro
estudio leemos “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube
para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para
alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. 22Nunca se
apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna
de fuego.”
Para tener un mejor
entendimiento del significado y el simbolismo de estos dos pequeños versículos,
debemos detenernos por un breve momento y analizar las características de un
desierto. Un desierto es un territorio desolado arenoso o pedregoso, que
por la falta casi total de lluvias carece de vegetación. Las condiciones en un
desierto son extremosas, durante horas del día la temperatura sube a condiciones
calurosas casi intolerables, y durante la noche la temperatura baja y hace un
frió que penetra hasta los huesos. Con esto en mente, examinemos ahora
nuevamente la descripción de cómo Dios se manifestó a Su pueblo en este
instante y su significado.
La Palabra nos dice “día en
una columna de nube para guiarlos por el camino”; ¿qué simboliza está
descripción? Ésta descripción simboliza que Dios les iba
protegiendo en todo su caminar. Como les dije, en las horas durante las
que el sol está afuera, el calor en el desierto alcanza temperaturas casi
intolerables, sin embargo, la sombra de una nube puede reducir la temperatura
grandemente. La Palabra nos dice “de noche en una columna de fuego”;
¿qué simboliza está descripción? Como les dije, en las horas de la noche en el
desierto, la temperatura baja extremadamente y llega a hacer un frió que
penetra los huesos, pero un buen fuego produce ese calor que tanto se anhela en
esos días fríos. ¿Qué significa todo esto? Esto significa que aun
en esos momentos de intenso fuego, o esos momentos cuando todo aparece estar
perdido, Dios nos tiene bajo Su cobertura. Pero quiero que también
prestemos mucha atención a otro detalle encontrado aquí; la Palabra nos dice “a
fin de que anduviesen de día y de noche.” Dios les estaba protegiendo
en todo momento, pero lo estaba haciendo con un propósito. Dios no quería
que este pueblo se detuviera, Dios quería que este pueblo se moviera
constantemente hacia Su promesa. Esto mismo es lo que Dios quiere de
nosotros. Como el pueblo de Dios que somos, nosotros estamos llamados a
avanzar en todo momento. Estamos llamados a conquistar, estamos llamados
a vencer. Nuestro enemigo quiere hacernos pensar algo muy diferente. El
enemigo quiere hacernos pensar que no podemos enfrentarnos y vencer, el enemigo
quiere hacer la batalla lucir mucho más difícil de lo que es, pero nosotros
tenemos promesa de Dios como encontramos en Juan 16:33
cuando leemos “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el
mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”
Cuando nos mantenemos bajo la cobertura del altísimo, entonces tenemos la
victoria que Cristo nos ha entregado. Dios desea que Su pueblo hoy se
mantenga avanzado en todo momento; Dios quiere que avancemos confiando que Él esta
presente, que Él esta en control, que Él nos entregara la victoria.
El pueblo de Dios de ese
entonces presencio grandes señales; sin embargo, esa generación que Dios libero
nunca cambio. ¿Por qué no pudieron cambiar? La razón principal por
la que no pudieron cambiar fue el temor. Digo esto porque cuando tomamos
el tiempo de analizar la historia de este pueblo, no es difícil descubrir que
la mayoría de sus quejas estaban centradas en el temor. Ellos temían
morir de hambre; fíjense en lo que encontramos en Éxodos
16:2-3 cuando leemos “Y toda la congregación de los hijos de Israel
murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; 3y les decían los
hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de
Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta
saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda
esta multitud.” Ellos temían morir de sed; fíjense lo que
encontramos en Éxodos 17:3 cuando leemos “Así
que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos
hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a
nuestros ganados?” Es más, este pueblo hasta tuvo temor de tomar
posesión de la tierra que Dios les había prometido; fíjense bien en lo que
encontramos en Números 13:31 cuando leemos “Mas
los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel
pueblo, porque es más fuerte que nosotros.” ¿Qué causo este
temor? Este temor fue porque a pesar de las grandes señales que ellos
presenciaron, ellos no confiaban en Dios absolutamente. Hermanos, cuando
no confiamos en Dios absolutamente, entonces nuestro enemigo sembrara la
semilla de temor en nuestra mente. El temor es un arma extremadamente
poderosa que nuestro enemigo usa que nos detiene por completo de movernos hacia
las promesas de Dios. El temor es un arma eficaz que corta nuestro
espíritu, y detiene nuestro crecimiento.
El pueblo que Dios libero
de las manos del faraón nunca entro en la tierra prometida debido a su rebeldía
y desobediencia, pero ambas cosas fueron causadas por el temor. El temor
nos detendrá de hablarle a una persona acerca de la Palabra de Dios; nos dirá
que nos sabemos lo suficiente. El temor nos detendrá de diezmar y
ofrendar; nos dirá que no tenemos lo suficiente. El temor nos detendrá de
conducir una vida victoriosa; no avanzaremos por temor a fracasar. El
temor nos detendrá de cambiar; nos dirá que seremos repudiados. El temor
es un arma extremadamente poderosa del enemigo, reprendámosla hoy. Dile a
la persona que tienes a tu lado lo que encontramos en 2ª
Timoteo 1:7 cuando leemos “Porque no nos ha dado Dios espíritu de
cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”
Para concluir. La Palabra nos dice “Nunca se apartó
de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de
fuego.” El pueblo de ese entonces, al igual que nosotros hoy en día,
estaba bajo la cobertura de Dios. Dios nunca les abandono, y Dios nunca
nos abandonara, pero tenemos que estar dispuestos a confiar en Él en todo
momento. No podemos permitir que nuestras malas experiencias nos
alejen de la cobertura de Dios. Tenemos que confiar en que Él esta
atento, y que Él pelea esas batallas que nosotros no podemos; esto es promesa
de Dios como encontramos en Deuteronomio 3:22 cuando
leemos “No les temáis, porque el SEÑOR vuestro Dios es el que pelea por
vosotros." Tenemos que permitir que Él se glorifique en esas
situaciones que nosotros pensamos perdidas. Como el pueblo de Dios que
somos tenemos que movernos constantemente hacia Su presencia. Dios iba
delante de ellos, confiemos siempre que Él va delante de nosotros.
Dios te bendiga Grandemente..
Dios te bendiga Grandemente..
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