18 abril 2012

Bajo la cobertura del altísimo

Una de las cosas más difíciles de hacer que el ser humanos confronta es confiar.  Confiar es algo que encontramos difícil hacer porque a través de nuestra vida, todos hemos sido decepcionados o traicionados por personas en quien habíamos depositado toda nuestra confianza.  
Debido a esto nuestro corazón de cierta forma ha sido endurecido, lo que causa que en ocasiones dejemos de confiar o no podamos confiar en Dios.  Estas decepciones o traiciones causan que nosotros dudemos del poder de Dios, lo que causa que nos desviemos de los caminos que Él desea que sigamos, o que nos detengamos en nuestro crecimiento espiritual.  En otras palabras, permitimos que las cosas de éste mundo nos cieguen a la realidad de que nosotros vivimos en el reino de Dios, bajo Su cobertura, y poder.  Es por eso que en el día de hoy deseo que examinemos una pequeña porción de historia acerca de éste mismo tema, que nos ayudara a descubrir el poder de Dios en nuestra vida.  Pasemos ahora a la Palabra de Dios.  

Éxodo 13:17-22 - Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. 18Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados. 19Tomó también consigo Moisés los huesos de José, el cual había juramentado a los hijos de Israel, diciendo: Dios ciertamente os visitará, y haréis subir mis huesos de aquí con vosotros. 20Y partieron de Sucot y acamparon en Etam, a la entrada del desierto. 21Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. 22Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.   

Como acostumbro a decir, para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros en el día de hoy, nos será necesario hacer un breve repaso de historia.  Como todos sabemos, los descendientes de Abraham hicieron morada en Egipto después que José fuera nombrado gobernador de Egipto como encontramos en Génesis 41:40-43 cuando leemos “Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. 41Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. 42Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; 43y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: !!Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.”  Ésta autoridad permitió que José pudiera establecer a su familia en la tierra de Egipto; esto es algo que queda bien declarado en Génesis 47:11 cuando leemos “Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó Faraón.” En éste tiempo el pueblo de Dios creció grandemente como encontramos en Éxodo 1:7 cuando leemos “Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra.”  Ahora bien, aunque el pueblo de Dios fue inicialmente bienvenido a la tierra de Egipto, después de la muerte del faraón y de José, los egipcios llegaron a temerles debido al crecimiento, y éste temor condujo al nuevo faraón a que hiciera a éste pueblo esclavos de Egipto.  Fíjense bien como esto es algo que queda bien declarado en Éxodo 1:12-14 cuando leemos “Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. 13Y los egipcios hicieron servir a los hijos de Israel con dureza, 14y amargaron su vida con dura servidumbre, en hacer barro y ladrillo, y en toda labor del campo y en todo su servicio, al cual los obligaban con rigor.”  A primera vista esto puede aparentar como si Dios se hubiese olvidado de Su pueblo, pero la realidad del caso es que esto no es así.  Fíjense bien como esto es algo que queda bien reflejado en Éxodo 3:7-8 cuando leemos “Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias, 8y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.” Aunque este pueblo sufrió en manos de los egipcios, Dios nunca los abandono.  Dile a la persona que tienes a tu lado, Dios no nos abandona.

Porque Dios nunca les abandono, Dios no permitiría que Su pueblo saliera de la tierra de Egipto sin primero recibir una recompensa por lo que ellos habían obrado.  Fíjense bien como esto es algo que queda bien declarado en Éxodo 3:21-22 cuando leemos “Y yo daré a este pueblo gracia en los ojos de los egipcios, para que cuando salgáis, no vayáis con las manos vacías; 22sino que pedirá cada mujer a su vecina y a su huéspeda alhajas de plata, alhajas de oro, y vestidos, los cuales pondréis sobre vuestros hijos y vuestras hijas; y despojaréis a Egipto.”  Ellos salieron de Egipto bendecidos no solo por la presencia de Dios, sino que también fueron bendecidos en lo material.  Fijense bien como esto queda bien declarado en Éxodo 12:35-36 cuando leemos “E hicieron los hijos de Israel conforme al mandamiento de Moisés, pidiendo de los egipcios alhajas de plata, y de oro, y vestidos. 36Y Jehová dio gracia al pueblo delante de los egipcios, y les dieron cuanto pedían; así despojaron a los egipcios.”  ¿Por qué es tan importante que sepamos estos detalles?  Es necesario que sepamos estos detalles por dos razones.  Numero uno; estos detalles establecen la base sobre la que edificaremos hoy.  Esta base es que cuando aprendemos a confiar en Dios, Él escuchar nuestras oraciones, y más importante de todo, Él nos responderá.  Segundo, estos breves hechos de la historia nos revelan que aunque somos el pueblo escogido de Dios, esto no quiere decir que estaremos libres de tener que atravesar por momentos difíciles.  Así que con esto en mente, continuemos ahora con nuestro estudio de hoy.
  
Aquí leemos “Y luego que Faraón dejó ir al pueblo, Dios no los llevó por el camino de la tierra de los filisteos, que estaba cerca; porque dijo Dios: Para que no se arrepienta el pueblo cuando vea la guerra, y se vuelva a Egipto. 18Mas hizo Dios que el pueblo rodease por el camino del desierto del Mar Rojo. Y subieron los hijos de Israel de Egipto armados.”  Lo primero que deseo que notemos aquí es que aunque existía un camino más corto a la tierra prometida, Dios no les condujo en esa dirección.  Dios les condujo por una ruta larga, causando que ellos hicieran un rodeo por el camino del desierto hacia el mar Rojo. Esto es algo que muchos de nosotros no logramos entender, y es algo que sucede hoy en día pero que nosotros no logramos aceptar.  En otras palabras, no logramos aceptar de la manera que Dios hace las cosas.  Esto sucede porque no logramos entender o simplemente no queremos entender que en ocasiones Dios nos guiara por caminos difíciles.  Pero la realidad del caso es que son en esos mimos momentos cuando Dios se glorifica; en esos momentos cuando todo aparenta estar perdido, cuando en nuestra mente no existe solución, Dios nos recuerda que Él no se ha olvidado de nosotros y Su poder se glorifica en nuestra vida.  Esto mismo fue lo que sucedió con el pueblo de ese entonces.  Fíjense sien como esto que bien reflejado en Éxodo 14:21-22 cuando leemos “Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. 22Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda.”  El pueblo de Dios estaba completamente preocupado, todo aparentaba estar perdido, ellos estaban atrapados y no podrían escaparse del ejército egipcio que les perseguía y estaba a punto de alcanzarles para matarles.  Pero una gran realidad es que Dios no había liberado a este pueblo para que ahora murieran.  Dios les había liberado para entregarles la tierra prometida; pero antes de tomar posesión de Su promesa, ellos tendrían que aprender a confiar y a dejarse guiar por Él.  Esto es algo que Dios quiere de todos nosotros, Él quiere que tengamos una confianza absoluta en Su poder.  Dios desea que nosotros estemos dispuestos a poner todo en Sus manos, dispuestos a confiar en que Él nos guiara al lugar donde debemos permanecer.  El camino en ocasiones se nos puede hacer difícil, quizás nos cansemos un poco, quizás exista un desierto por el que tendremos que atravesar.  Pero nunca debemos olvidar que a pesar de toda situación, Dios siempre está con nosotros.  Esto es algo que queda bien declarado en Juan 14:16-17 cuando leemos “Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: 17el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.”   
Continuando con nuestro estudio leemos “Y Jehová iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. 22Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.”  

Para tener un mejor entendimiento del significado y el simbolismo de estos dos pequeños versículos, debemos detenernos por un breve momento y analizar las características de un desierto.  Un desierto es un territorio desolado arenoso o pedregoso, que por la falta casi total de lluvias carece de vegetación. Las condiciones en un desierto son extremosas, durante horas del día la temperatura sube a condiciones calurosas casi intolerables, y durante la noche la temperatura baja y hace un frió que penetra hasta los huesos.  Con esto en mente, examinemos ahora nuevamente la descripción de cómo Dios se manifestó a Su pueblo en este instante y su significado.   

La Palabra nos dice “día en una columna de nube para guiarlos por el camino”; ¿qué simboliza está descripción?   Ésta descripción simboliza que Dios les iba protegiendo en todo su caminar.  Como les dije, en las horas durante las que el sol está afuera, el calor en el desierto alcanza temperaturas casi intolerables, sin embargo, la sombra de una nube puede reducir la temperatura grandemente.  La Palabra nos dice “de noche en una columna de fuego”; ¿qué simboliza está descripción? Como les dije, en las horas de la noche en el desierto, la temperatura baja extremadamente y llega a hacer un frió que penetra los huesos, pero un buen fuego produce ese calor que tanto se anhela en esos días fríos.  ¿Qué significa todo esto?  Esto significa que aun en esos momentos de intenso fuego, o esos momentos cuando todo aparece estar perdido, Dios nos tiene bajo Su cobertura.  Pero quiero que también prestemos mucha atención a otro detalle encontrado aquí; la Palabra nos dice “a fin de que anduviesen de día y de noche.”  Dios les estaba protegiendo en todo momento, pero lo estaba haciendo con un propósito.  Dios no quería que este pueblo se detuviera, Dios quería que este pueblo se moviera constantemente hacia Su promesa.  Esto mismo es lo que Dios quiere de nosotros.  Como el pueblo de Dios que somos, nosotros estamos llamados a avanzar en todo momento.  Estamos llamados a conquistar, estamos llamados a vencer.  Nuestro enemigo quiere hacernos pensar algo muy diferente. El enemigo quiere hacernos pensar que no podemos enfrentarnos y vencer, el enemigo quiere hacer la batalla lucir mucho más difícil de lo que es, pero nosotros tenemos promesa de Dios como encontramos en Juan 16:33 cuando leemos “Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.”  Cuando nos mantenemos bajo la cobertura del altísimo, entonces tenemos la victoria que Cristo nos ha entregado.  Dios desea que Su pueblo hoy se mantenga avanzado en todo momento; Dios quiere que avancemos confiando que Él esta presente, que Él esta en control, que Él nos entregara la victoria.   

El pueblo de Dios de ese entonces presencio grandes señales; sin embargo, esa generación que Dios libero nunca cambio.  ¿Por qué no pudieron cambiar?  La razón principal por la que no pudieron cambiar fue el temor.  Digo esto porque cuando tomamos el tiempo de analizar la historia de este pueblo, no es difícil descubrir que la mayoría de sus quejas estaban centradas en el temor.  Ellos temían morir de hambre; fíjense en lo que encontramos en Éxodos 16:2-3 cuando leemos “Y toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto; 3y les decían los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos a las ollas de carne, cuando comíamos pan hasta saciarnos; pues nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda esta multitud.”   Ellos temían morir de sed; fíjense lo que encontramos en Éxodos 17:3 cuando leemos “Así que el pueblo tuvo allí sed, y murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Por qué nos hiciste subir de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?”  Es más, este pueblo hasta tuvo temor de tomar posesión de la tierra que Dios les había prometido; fíjense bien en lo que encontramos en Números 13:31 cuando leemos “Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros.”  ¿Qué causo este temor?  Este temor fue porque a pesar de las grandes señales que ellos presenciaron, ellos no confiaban en Dios absolutamente.  Hermanos, cuando no confiamos en Dios absolutamente, entonces nuestro enemigo sembrara la semilla de temor en nuestra mente.  El temor es un arma extremadamente poderosa que nuestro enemigo usa que nos detiene por completo de movernos hacia las promesas de Dios.  El temor es un arma eficaz que corta nuestro espíritu, y detiene nuestro crecimiento.  

El pueblo que Dios libero de las manos del faraón nunca entro en la tierra prometida debido a su rebeldía y desobediencia, pero ambas cosas fueron causadas por el temor.  El temor nos detendrá de hablarle a una persona acerca de la Palabra de Dios; nos dirá que nos sabemos lo suficiente.  El temor nos detendrá de diezmar y ofrendar; nos dirá que no tenemos lo suficiente.  El temor nos detendrá de conducir una vida victoriosa; no avanzaremos por temor a fracasar.  El temor nos detendrá de cambiar; nos dirá que seremos repudiados.  El temor es un arma extremadamente poderosa del enemigo, reprendámosla hoy.  Dile a la persona que tienes a tu lado lo que encontramos en 2ª Timoteo 1:7 cuando leemos “Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”   

Para concluir.  La Palabra nos dice “Nunca se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche la columna de fuego.”  El pueblo de ese entonces, al igual que nosotros hoy en día, estaba bajo la cobertura de Dios.  Dios nunca les abandono, y Dios nunca nos abandonara, pero tenemos que estar dispuestos a confiar en Él en todo momento.   No podemos permitir que nuestras malas experiencias nos alejen de la cobertura de Dios.  Tenemos que confiar en que Él esta atento, y que Él pelea esas batallas que nosotros no podemos; esto es promesa de Dios como encontramos en Deuteronomio 3:22 cuando leemos “No les temáis, porque el SEÑOR vuestro Dios es el que pelea por vosotros." Tenemos que permitir que Él se glorifique en esas situaciones que nosotros pensamos perdidas.  Como el pueblo de Dios que somos tenemos que movernos constantemente hacia Su presencia.  Dios iba delante de ellos, confiemos siempre que Él va delante de nosotros.

Dios te bendiga Grandemente..

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